1er día de pasantías 13-05-25

13/05/2025

13/05/2025

de Florencia Claudia suiffi -
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Durante la primera jornada de prácticas en el hospital, fui asignada a la sala de especialidades médicas. En esta instancia, tuve a mi cargo la atención de tres pacientes, dos de los cuales eran posoperatorios de urología, ambos intervenidos por el Dr. Torres en cirugías programadas durante la mañana.

Los pacientes se encontraban en la habitación 508, cama A y cama B. Al momento de iniciar mis actividades, ambos presentaban signos vitales dentro de los parámetros normales. Todavía no se habían levantado de las camas para deambular, por lo que los asistí en el proceso de vestirse y comenzar con la deambulación. Ambos contaban con PHP con solución fisiológica, y sus tratamientos incluían antibióticos y analgésicos administrados en horarios diferenciados. Durante la movilización, manifestaron molestias leves en la zona de la incisión quirúrgica, síntomas esperables dentro del posoperatorio inmediato.

En la habitación 506 se encontraba internada la Sra. Ramírez Victoria, de 82 años, oriunda de Urundel, acompañada por su hija. La paciente presentaba una fractura de cadera que le impedía movilizarse, además de antecedentes de diabetes (DBT) e hipertensión arterial (HTA), condiciones por las cuales no realizaba controles médicos frecuentes. Su cuadro clínico se veía agravado por una anemia severa, motivo por el cual se descartó la posibilidad de intervención quirúrgica.

Durante mi intervención, observé una notable deficiencia en el seguimiento médico del caso. La paciente no contaba con un profesional que coordinara de manera integral su tratamiento, y la familia manifestaba recibir escasa información. En un momento determinado, durante el control de signos vitales, la paciente presentó una crisis hipertensiva y de hiperglucemia, acompañada de disnea y tos productiva. Su saturación de oxígeno descendió de 97% a 93%, por lo que se aumentó el flujo de oxígeno de 3 a 5 litros por narinas. Luego de la administración de dos puff de salbutamol, bromuro de ipratropio y budesonida, y colocándola en posición semi Fowler, se logró estabilizar la saturación en un 98%.

La paciente no contaba con colchón antiescaras, lo cual era preocupante considerando que no podía ser movilizada. En cuanto a la crisis hipertensiva, se identificó que la hija no había administrado el enalapril correspondiente (50 mg), debido a que estaban a la espera de un estudio médico. Tras administrarse la dosis por vía oral, y persistiendo la tensión arterial elevada, se procedió a la administración lenta de dipirona endovenosa a través de tabuladora, ya que se consideró que el dolor por la fractura podía contribuir al aumento de presión. La vía periférica en el MSD se había infiltrado, por lo que fue necesario recanalizar en la mano, aunque con dificultad, ya que sus venas eran frágiles.

Desde mi observación considero que la paciente requería un nivel de atención mayor, posiblemente en cuidados intermedios, debido a su complejidad clínica y necesidad de monitoreo constante. También fue evidente la falta de articulación entre especialidades y la escasa información brindada a la familia. Se destacaría la necesidad de una interconsulta con cardiología y diabetología para garantizar un abordaje integral del caso.